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CIVILIZACIONES PERDIDAS


                                                        EL PAIS DE HATTI

El país de Hatti como comúnmente se conoce al territorio donde habitaron los hititas, se extiende por las escarpadas regiones del norte de la península de Anatolia albergando en su interior a uno de los pueblos más poderosos de Asia Menor en la Antigüedad, y que a pesar de las recientes investigaciones arqueológicas ha permanecido en el olvido de la Historia frente a sus vecinos y enemigos contemporáneos, Egipto y Babilonia.
Sirva este monográfico para recordar uno de los pueblos indoeuropeos más poderosos de la  Historia Antigua.
 Según la leyenda, puesto que tenemos pocos datos históricos fehacientes, el mítico rey Anitta, unificó bajo su mando  las tribus hititas sobre el siglo XIX a. C.
Los primeros monarcas que fundaron lo que se conoce como el viejo reino hitita que aparece con el primer gran rey Hatussil, que tomo el seudónimo de Labarna, aducían  ser descendientes directos del señor de Kussara.
La realidad, como dijimos antes, es que poseemos aun poca información sobre el momento en que este  pueblo de origen indoeuropeo se convirtió en el dominador del territorio, doblegando a las diferentes tribus que poblaban el mismo, por lo que los historiadores han dividido su historia en tres etapas; la primera el Viejo Reino hitita comienza en el siglo XVII a. C cuando su líder el rey Labarna traspasó la capital del país a Hatussa, localizada en la aldea de Boghazköy (actual Turquía) seguramente por razones defensivas debido a que en este nuevo emplazamiento se beneficiaba  de las defensas naturales que proporcionaba la orografía del terreno, permitiéndole controlar las tierras  que le rodean.
Su afán expansionista  convirtió a los hititas en los dominadores del interior de la península, e incluso parece que pudieron llegar hasta las costas mediterráneas, sentando de este modo  las bases para posteriores conquistas.
Aunque lo que conocemos de este rey proviene de fuentes muy posteriores y algunos historiadores han querido ver en su figura una creación legendaria o artificial que legitimara la línea sucesoria, podemos asegurar que hasta el siglo XVI los hititas consiguieron invadir algunas ciudades sirias, llegando a su apogeo con el saqueo de la fastuosa Babilonia a manos de Mursil I en el siglo XVI.
Parece que el último rey de este periodo que podemos destacar es Telipinu, no sólo porque supone la primera fuente histórica escrita de la dinastía de reyes hititas, sino porque además codificó leyes en las que se demuestra en contra de las crónicas de algunos sus enemigos que les tachan de un pueblo incivilizado y extremadamente cruel,  que sin desmerecer la fama de los guerreros hititas conocidas por su valentía y en ocasiones por su brutalidad, ciertamente eran un pueblo mucho más justo y menos cruel que la mayoría de sus vecinos “civilizados”. Para muestra de ello la generalidad de las infracciones no se castigaban con la pena de muerte o la mutilación, sino que debía abonarse una compensación que en la mayoría de las ocasiones se reflejaba en una multa pecuniaria. Una legislación asombrosamente alejada de la ley de Talión, y más próxima a nuestros sistemas penales para un código, no lo olvidemos, promulgado en el siglo XVI a. C.
Pero parece que cuando se extingue el siglo los hititas comienzan una época de decadencia en lo que denominamos Reino Hitita medio dominado por las crisis internas de poder, y la debilidad militar que demostró en ocasiones ante enemigos próximos como los temibles kaskas (gashgas) del norte, y al apogeo militar del reino perdido de Mittani que extiende sus dominios al interior de la península de Anatolia y las conquistas del faraón Tutmosis III.
Sin embargo poco duró esta etapa de  relativa decadencia a pesar de no lograr sofocar a sus enemigos del Norte, pues el país de Hatti en manos del rey Subiluliuma consigue reverdecer las glorias militares del pasado y aumentarlas hasta cotas inimaginables, ayudado en parte por la utilización del hierro ( se cree que pudo ser uno de los primeros pueblos en utilizar este material con fines bélicos y artísticos), y por la maestría de sus famosos carros ligeros de combate. Las tropas hititas expulsaron  y derrotaron al reino de Mittani, conquistaron la Siria ocupada por un Egipto debilitado por las crisis internas de poder producidas por el controvertido Akhenaton, e incluso se plantearon la conquista de la tierra de los faraones, algo que seguramente hubiese transformado el sino de la historia, aunque esta última proeza finalmente no se produjo.
Con Subiluliuma comienza el denominado Nuevo Reino Hitita (siglo XIV a. C) en el que predecesores en constante lucha con sus enemigos habituales, especialmente Egipto, pudieron mantener en cierta medida las conquistas que Subiluliuma había obtenido, situando al Imperio hitita como una de las principales potencias de la Antigüedad
Pese a todo, los continuos conflictos con Egipto por Siria, parecían no tener fin y debilitaban su economía, quizá consecuencia de ello, después de la  famosa batalla de Qadesh, (1296) entre el faraón egipcio Ramses II y el rey hitita Muwatalli, y que concluyó con un tratado de paz que lleva el mismo nombre; años después, se acordó una paz necesaria para ambos, que en contra de la opinión popular, basada en fuentes egipcias, no fué especialmente perjudicial para los interese hititas en Siria.
Sin embargo durante el siglo XI su poder  comenzó a desquebrajarse... la mala gestión sobre un territorio inmenso, y los ataques de frigios y kaskas a los que nunca habían conseguido someter, unido probablemente a las invasiones de los denominados genéricamente pueblos del mar, supusieron el fin del País de Hatti, desapareciendo en multitud de pequeñas ciudades estado, recuerdo de lo que antaño el pueblo hitita había logrado pasando de ser un pequeño país en el centro de la península de Anatolia a uno de los grandes Imperios de Asia Menor en la antigüedad.


                                                                                Mi nombre no me define.


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